miércoles, 18 de enero de 2017

Paréntesis.


Soy la mujer que arrastra un intento de suicidio después de dejar dormida a su hija con el beso de buenas noches.
Soy el vecino que plantaba marihuana en la terraza, amigo de mi padre, al que acabó odiando.
Soy las ganas de la hora de que terminase la lavadora para subir a la azotea y contemplar las vías del tren desde lo alto. La inocencia de la pregunta de - ¿Mamá, hacia que planeta llevan esas vías? .
Soy el verano con piscina en el balcón, globos de agua en el llano y tropiezos. Siempre los tropiezos.
El montarme a caballito sobre la espalda de mi madre para que me llevase a dormir, con el beso de buenas noches, tener pesadillas por intento de suicidio y que durmiese conmigo.
Soy la pesadilla de siempre, del fuego de enfrente que llega hasta nosotros y todos se salvan menos yo.
Yo la niña.
Yo la inocente.

He aprendido de ese barrio y he crecido en otro.
Desconfiar es de cobardes, pero confiar tampoco nos salva a nadie del destierro de la esperanza.

A los años he montado en el tren y me ha traído de vuelta a casa por el túnel que llevaba a trono planeta. Yo que confié en su magia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario